martes, 18 de mayo de 2010

treinta años después: Ian Curtis, Joy Division


Hoy 18 de Mayo hacen treinta años de la muerte de Ian Curtis, el cantante y coautor de las canciones de Joy Division. En un momento en el que el rock se dividía entre las ampulosidades cada vez más decadentes del progresivo/sinfónico y la limitada pragmática del punk, su banda encontró un término tembloroso y difuso, una tierra de nadie, capaz de suplir las enormes precariedades técnicas con un sorprendente ingenio musical y unas letras dotadas de una complejidad emocional y cultural insólitas para un grupo que rechazaba cualquier exhibicionismo virtuosista, estableciendo además un puente hacia el minimalismo electrónico de unos Kraftwerk o unos Neu. No merece la pena mencionar la infinidad de grupos actualmente activos que absorben, y en la mayoría de los casos banalizan, el legado de Joy Division; pero sí nombrar a Bauhaus, The Cure, Siouxsie and the Banshees o The Chameleons como bandas que difícilmente hubieran creado la música que crearon sin este precedente.

La discografía de Joy Division es tan breve como fulminante: dos LPs, Unknown Pleasures (1979) y Closer (1980) -a mi juicio su obra más cruda y definitiva-, y un puñado de singles y EPs donde podemos encontrar muchos de sus mejores temas (Transmission, No love lost, Dead Souls...). En cuanto a Ian Curtis y su aura de maldito, creada inevitablemente por un confuso suicidio a los 24 años, es habitual plantearse qué hubiera sido de él y de su valoración como letrista y compositor de no haber muerto tan joven. En cualquier caso basta con volver a ver esta actuación para un programa televisivo: como dijo una persona a la que quiero, que no sabía apenas nada sobre Curtis, "nunca imaginé que el sufrimiento podía expresarse de esta forma". Bailando, al borde del colapso. 

La realidad, el mito y la recreación que cada uno pueda hacer sobre momentos así se funden, se solapan; por eso una de mis escenas favoritas de Control, el sobrio y riguroso biopic cinematográfico que hizo Anton Corbijn -que trabajó con la banda- sobre la vida y muerte de Ian Curtis, es este fragmento que reproduce de forma estricta esta actuación, añadiendo la mirada aterrorizada de la que fue su mujer, Deborah Woodruffe, que se confunde con la nuestra y con la distancia -touched from a distance- con la que ahora revisamos, disfrutamos o cuestionamos los misterios de la música y la cultura de masas.